14 abr 2015

El proyecto VRBE recrea la evolución urbana de Gijón desde el periodo romano hasta la actualidad



Intervención del rector durante la inauguración de la muestra.


Más de 60 mapas, dos grandes maquetas, y decenas de fotografías aéreas trazan la evolución histórica de la ciudad de Gijón en la exposición VRBE II: La construcción histórica de la ciudad de Gijón, que puede visitarse desde hoy y hasta el próximo 31 de mayo en el Museo Barjola de Gijón. Un equipo multidisciplinar de investigadores de los Departamentos de Geografía, Historia e Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, coordinados por el profesor Gaspar Fernández Cuesta, han recopilado e interpretado documentos para ofrecer por primera vez una lectura evolutiva de la historia de la ciudad, desde su fundación en época romana hasta nuestros días.

El proyecto VRBE, impulsado por el Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Comunicación, arrancó con la reconstrucción de la evolución espacial y urbanística de Oviedo y continúa ahora con Gijón. La última pieza del proyecto se centrará en la villa de Avilés. VRBE II: La construcción histórica de la ciudad de Gijón permite al visitante contemplar la expansión y transformación como ciudad a lo largo de los siglos. Una historia de más de 2000 años que tiene en el año 1850 (aproximadamente) una fecha clave, pues marca la llegada de las primeras fábricas, del ferrocarril, así como de otros cambios impulsados por la revolución industrial.

A la inauguración de la exposición asistieron Vicente Gotor, rector de la Universidad de Oviedo; Carmen Moriyón, alcaldesa de Gijón; y Ana González, consejera de Educación, Cultura y Deporte del Principado. También estuvieron presentes en el acto el vicerrector de Extensión Universitaria y Comunicación, Vicente Domínguez; la vicerrectora de Investigación y Campus de Excelencia Internacional, Paz Suárez Rendueles; el concejal de Educación y Cultura del Ayuntamiento de Gijón, Carlos Rubiera; y el viceconsejero de Cultura del Principado, Alejandro Calvo, además de numerosos representantes de la Universidad de Oviedo que arroparon al equipo científico que ha realizado el trabajo. Las autoridades reivindicaron en sus intervenciones el papel de las humanidades en la investigación y la transferencia de conocimiento.

El primer bloque de la muestra describe el Gijón preindustrial que recorre los orígenes romanos de la ciudad y revela también un crecimiento orgánico y abigarrado, típico de los núcleos a lo largo de la Edad Media. Calles estrechas y tortuosas, edificaciones levantadas con materiales muy pobres, condiciones higiénicas muy deficientes y, en un primer momento, solo algunos edificios religiosos se erigen en piedra. Poco a poco la nobleza va trasladando su residencia a este tipo de ciudades, que van cobrando mayor importancia a lo largo de la Edad Moderna.

En sólo 150 años Gijón multiplicó por 54 veces su tamaño, un crecimiento mayor del que había experimentado en los 2000 años anteriores. La Revolución Industrial impulsa y cambia radicalmente la evolución espacial de la ciudad. La exposición establece tres etapas diferenciadas para recorrer la transformación de Gijón como ciudad moderna. La primera de ellas, va de 1850 hasta la Guerra Civil, y define el desarrollo de la ciudad burguesa a través de las Leyes de Reforma Interior y las de Ensanche de las Poblaciones. A lo largo del siglo XIX el avance del tejido urbano devino en la urbanización del arenal de San Lorenzo, donde se trazó el Ensanche, aprobado en 1867, y poco después la de las áreas inundables sobre las que se conformaron los barrios de El Humedal y El Llano. También fueron ocupadas las zonas elevadas en las que se proyectó, entre otras, la ciudad-jardín de El Coto de San Nicolás (1898).

El final de la guerra civil da paso a la llamada ciudad autárquica o desarrollista en la que la demanda de suelo urbano y de viviendas fue satisfecha, básicamente, por el Estado. Fue la época de la construcción de poblados de viviendas situados en la periferia y con una escala modesta. En el mapa del actual Gijón corresponden a esta etapa las colonias y los polígonos de viviendas, los parques y, sobre todo, una buena parte de la trama ortogonal, que fue proyectada por Valentín Gamazo.

La ciudad de la democracia se abre paso a partir de 1978 con un instrumento de gestión urbanística que marcará su crecimiento: el Plan General de Ordenación Urbana. Muchas de las piezas incorporadas desde entonces denotan la voluntad de los planificadores de diseñar la forma futura de la ciudad, pero su trama se distingue de la de los ensanches porque han sustituido las formas ortogonales por otras más diversas, con grandes manzanas delimitadas por líneas curvas en las que predominan las zonas verdes y la edificación en abierto.

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