13 mar 2014

Investigadores de la Universidad de Oviedo recuperan el cráneo de un bisonte del Pleistoceno en una cueva de Ribadesella



Diego Álvarez Lao junto al cráneo de bisonte. 


Investigadores de la Universidad de Oviedo han recuperado un cráneo de bisonte que vivió en la Edad del Hielo en Asturias en la cueva de La Rexidora, en el municipio de Ribadesella. La pieza, cuya antigüedad se sitúa entre los 30.000 y 40.000 años, es uno de los cráneos de esta especie más completos dentro de los hallados en la península Ibérica y ha sido reconstruida en los laboratorios del área de Paleontología del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo.

Las excavaciones llevadas a cabo por los profesores Diego Álvarez Lao y Alejandro García Álvarez en el yacimiento riosellano han sido financiadas por la Universidad de Oviedo dentro de su convocatoria de ayudas para grupos de investigación emergentes. El proyecto Estudios paleombientales de los episodios fríos del Pleistoceno Superior en la región cantábrica a partir del yacimiento de la cueva de La Rexidora (Cuerres, Ribadesella) ha permitido iniciar los trabajos de excavación en un yacimiento con una alta potencialidad.

Las excavaciones en la cueva de La Rexidora, además del citado cráneo, han proporcionado hasta la fecha un conjunto de más de 150 huesos de esta especie extinta de bisonte, la mayor parte de ellos en un excelente estado de conservación, pertenecientes a varios individuos. Otras especies halladas en el yacimiento son el ciervo, la hiena y el rinoceronte lanudo. La presencia de esta última nos indica que la acumulación de huesos corresponde a un momento de intenso frío de la última glaciación.

El cráneo de bisonte de La Rexidora constituye el más completo de esta especie recuperado hasta ahora en Asturias y uno de los mejores de la península Ibérica. La pieza conserva la mayor parte del neurocráneo, (incluyendo el frontal, el occipital, la base del cráneo, la cavidad cerebral y las bases de los núcleos óseos de los cuernos), una buena parte del lateral derecho del esplacnocráneo (incluyendo la órbita ocular y el maxilar derecho), el hueso nasal y una gran porción del núcleo del cuerno derecho. El ejemplar se encuentra, por tanto, en un grado de conservación bastante bueno, lo cual le confiere una alta singularidad teniendo en cuenta que los cráneos, en general, y los de grandes herbívoros, en particular, son unos elementos anatómicos bastante frágiles.

Protagonista en las pinturas de Altamira o Covaciella

El bisonte de estepa ha sido una de las especies más representadas artísticamente por el hombre del Paleolítico, tanto en arte rupestre como mueble. Se han hallado numerosas representaciones paleolíticas de bisontes a lo largo de toda Europa, destacando las de Altamira (Santillana del Mar) y Covaciella (Cabrales) por su belleza y grado de detalle. Gracias a la minuciosidad de aquellos artistas podemos conocer, por ejemplo, que el bisonte de estepa poseía una elevada crin de pelo oscuro, una característica imposible de descubrir por otra vía, ya que estos rasgos no fosilizan.

El bisonte de estepa (Bison priscus) es una especie extinta que desapareció de Europa y Asia hace unos 10.000 años. Su aspecto se asemejaría al del bisonte europeo actual (Bison bonasus), aunque su talla era apreciablemente mayor (hasta 2,7 metros de longitud y casi 2 metros de altura al hombro). Sus cuernos poseían una talla muy superior a cualquiera de los bisontes actuales, llegando a alcanzar 1,2 metros de envergadura entre punta y punta. A pesar de ser una especie más afín al bisonte europeo, un animal de bosque, sus hábitos serían más semejantes a los del bisonte americano, pues era un habitante de las estepas que se alimentaba básicamente de vegetación herbácea.

Una laboriosa restauración

A pesar del buen estado de conservación de los huesos, la pieza fue hallada en condiciones de extrema fragilidad, muy humedecida y decalcificada al estar en permanente contacto con barro durante milenios. Las labores de excavación y extracción fueron especialmente complejas. Los investigadores construyeron una cubierta de poliuretano que permitió extraer los restos en las mejores condiciones posibles.

La pieza se extrajo en numerosos fragmentos que requirieron una laborioso trabajo de restauración que se prolongó un mes y medio. En primer lugar, se procedió al lavado de cada uno de los fragmentos para retirar los sedimentos arcillosos. Posteriormente se procedió a su consolidación y, seguidamente, se comenzó la labor de reconstrucción, dificultada por el pequeño tamaño de muchas de las piezas y por la compleja anatomía del cráneo del bisonte.

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